jueves, 13 de mayo de 2010

Los datos más antiguos sobre la existencia de tejidos en las zonas más australes del continente americano (sur de los actuales Chile y Argentina) se encuentran en algunos hallazgos arqueológicos como los de los Cementerios Pitrén en las proximidades de la ciudad de Temuco (Chile), el sitio Alboyanco en la VIII Región de Chile y el Cementerio Rebolledo Arriba en la Provincia de Neuquén (Argentina). Se han hallado evidencias de tejidos realizados con complejas técnicas y diseños con un fechado que ronda entre el 1300-1350 d.C. En base a estos y otros hallazgos se ha vinculado a la práctica textil desarrollada en la Araucanía con las culturas del norte andino (actuales Ecuador y Perú): los textiles y el saber textil habrían llegado a la región araucana a través de los contactos e intercambios mantenidos con esas lejanas regiones.

Los documentos históricos más antiguos que refieren sobre la existencia del arte textil entre los aborígenes del sur del actual territorio argentino y chileno, datan del siglo XVI y consisten en crónicas de exploradores y colonizadores europeos. Esos testimonios aseguran que a la llegada de los europeos a la región de la Araucanía, los nativos de esa zona vestían textiles realizados con pelo de camélidos que ellos mismos confeccionaban con la materia prima que obtenían de la cría de esos animales. Posteriormente, y con la incorporación del ganado ovino traído por los europeos, estos aborígenes comenzaron a criar esos animales y a utilizar su lana para la confección de sus tejidos, luego de lo cual ésta prevaleció por sobre el empleo del pelo de camélidos. Hacia finales del siglo XVI, estos ovinos criados por los indígenas degeneraron en animales con un cuerpo más robusto y una lana más gruesa y larga que la del ganado traído por los europeos, características éstas que permiten suponer que se trataba de animales de una mayor calidad

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